“Sin Chantaje”
Soy madre de tres varones y cada uno tiene temperamentos y emociones muy peculiares. En ocasiones me encuentro en situaciones en las que mi deseo por ver a mis hijos bien encaminado es tan fuerte que busco todas las posibles formas para lograr que ellos sean niños obedientes. Uno de los métodos con mayor efectividad es “La Motivación”, pues ellos hacen lo que se le pide contar de obtener el beneficio antes ofrecido. Pero la dinámica deber ser que yo como tutora ofrezca espontáneamente un premio y que este sea entregado después de que ellos realicen lo convenido y que si no hay premio o motivación alguna, también deben obedecer con el mismo gozo.
¿Por qué hago hincapié en que debe respetarse este orden? De no ser así se da mucho el caso de que los hijos te exigen una recompensa para hacer lo que se le pide y para colmo también quieren obtener el premio por adelantado. Siendo así la motivación cruza la frontera y pasa al territorio del chantaje.
Ahora querido lector le invito a que tomemos el lugar de hijos y nos auto examinemos a fin de determinar si solo las bendiciones y recompensas de Dios es lo que nos mueve a obediencia y a hacer su voluntad.
¿Qué sostiene nuestra fe?... El amor o las promesas. ¿Obedecemos a Dios porque nos bendice? ¿y qué hay de aquellos días en lo que todo para estar mal?
Por pensamientos como este es que muchos andan comiendo algarrobas como el hijo pródigo, pues era más fuerte su amor a la herencia que al padre mismo.
Dios espera de nosotros que anhelemos sus promesas, pero que nuestro fundamento sea “El amor a Él”. Miremos el ejemplo de Abrahán. Él estaba dispuesto a sacrificar su recompensa (su Isaac) a causa de su amor y devoción, pues estas eran más fuertes que cualquiera cosa que pudiera poseer. Nada ocupaba en la vida de Abrahán el primer lugar, ya que Dios Altísimo era el Alfa en su vida.
Si no nos mueve el amor a Dios para que queremos vida eterna, pues lo fascinante de esta promesa es que estaremos todo el tiempo junto a nuestro Padre. Si no lo amamos a Él y solo sus beneficios, ciertamente no querremos estar con él…
Pidamos a Dios nos ayude a servirle por amor y que no tratemos de chantajearlo por recompensas pasajeras.
Att
Judith Girón
Soy madre de tres varones y cada uno tiene temperamentos y emociones muy peculiares. En ocasiones me encuentro en situaciones en las que mi deseo por ver a mis hijos bien encaminado es tan fuerte que busco todas las posibles formas para lograr que ellos sean niños obedientes. Uno de los métodos con mayor efectividad es “La Motivación”, pues ellos hacen lo que se le pide contar de obtener el beneficio antes ofrecido. Pero la dinámica deber ser que yo como tutora ofrezca espontáneamente un premio y que este sea entregado después de que ellos realicen lo convenido y que si no hay premio o motivación alguna, también deben obedecer con el mismo gozo.
¿Por qué hago hincapié en que debe respetarse este orden? De no ser así se da mucho el caso de que los hijos te exigen una recompensa para hacer lo que se le pide y para colmo también quieren obtener el premio por adelantado. Siendo así la motivación cruza la frontera y pasa al territorio del chantaje.
Ahora querido lector le invito a que tomemos el lugar de hijos y nos auto examinemos a fin de determinar si solo las bendiciones y recompensas de Dios es lo que nos mueve a obediencia y a hacer su voluntad.
¿Qué sostiene nuestra fe?... El amor o las promesas. ¿Obedecemos a Dios porque nos bendice? ¿y qué hay de aquellos días en lo que todo para estar mal?
Por pensamientos como este es que muchos andan comiendo algarrobas como el hijo pródigo, pues era más fuerte su amor a la herencia que al padre mismo.
Dios espera de nosotros que anhelemos sus promesas, pero que nuestro fundamento sea “El amor a Él”. Miremos el ejemplo de Abrahán. Él estaba dispuesto a sacrificar su recompensa (su Isaac) a causa de su amor y devoción, pues estas eran más fuertes que cualquiera cosa que pudiera poseer. Nada ocupaba en la vida de Abrahán el primer lugar, ya que Dios Altísimo era el Alfa en su vida.
Si no nos mueve el amor a Dios para que queremos vida eterna, pues lo fascinante de esta promesa es que estaremos todo el tiempo junto a nuestro Padre. Si no lo amamos a Él y solo sus beneficios, ciertamente no querremos estar con él…
Pidamos a Dios nos ayude a servirle por amor y que no tratemos de chantajearlo por recompensas pasajeras.
Att
Judith Girón
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