Escogido Para Lo Sobrenatural.

Un caos en Israel se escuchaba aún en aquel pequeño arroyo. Hasta las piedras de aquel lugar sabían lo qué estaba pasando en su alrededor.
Es cierto, estaban un poco confundidas y hasta atemorizadas, pero no tanto como los Israelitas. Ellos sí que estaban en problemas. Por lo menos las piedras estaban agradecidas de estar seguras. Ellas se consideraban piedras insignificantes en un pequeño arroyo cerca de aquella guerra titánica.
A menudo las piedras comentaban entre sí, la angustia que vivía Israel con el desafío que ese gigante llamado Goliat hacía a diario,  al cual ni siquiera el rey Saúl se atrevía a enfrentar. 
En el arroyo había piedras de todo tipo. Unas eran grandes, otras pequeñas, otras ásperas y muy escasas estaban las lisas.
Un día mientras un murmullo se escuchaba en el arroyo, a causa de la discusión que mantenían las piedras, debido a los rayos del sol que ese día las estaba azotando; apareció un jovencito de muy buen parecer y rubio. Nadie le prestó atención y lo menospreciaron debido a su edad y ternura, pero él no desistió. Había ido hasta aquel lugar en busca de piedras, pero no cualquier piedra, él necesitaba piedras trabajadas, lisas, con buena forma. No había muchas con esas cualidades, pero encontró cinco que inmediatamente puso dentro de su saco pastoril.
Las cinco piedras dentro del saco estaban seguras de uno de esos niños que por diversión tiraba piedras en el arroyo,  o de que algún animal las pisara hundiéndola en el lodo.  Con todo eso el saco pastoril no era muy cómodo que digamos. Estaban chocándose unas con otras y en el trayecto, algunas que otra golpeaba de mala manera a su compañera.
De repente, el movimiento cesó. Parece que habían llegado a su destino. ¿Pero, qué destino le esperaba? Habían estado en un momento de angustia y prueba en aquel saco. ¿Para qué las habían escogido?. Era necesario investigar, por lo que una de las cinco piedras fue seleccionada por sus compañeras para que se asomara a averiguar lo que ocurría a fuera. La noticia que con pánico esta reprodujo, fue que el muchachito que las tomó del arroyo, estaba desafiando al gigante Goliat. Mientras aun ella les contaba a sus amigas piedras, el joven David entró su mano en el saco tratando de escoger una de las piedras para derribar a aquel gigante que se encontraba frente a él mofándose del pueblo de Israel.  David, el joven que  necesitaba “La Piedra”, había buscado en aquel arroyo solo cinco piedras, porque ellas reunían las condiciones que buscaba, pero ahora era el momento de saber cual sería la adecuada, “La Escogida”.
En el saco pastoril cuatro de las piedras se rehusaban al llamado de pelear contra Goliat. Se consideraban simple piedras y muy pequeña para esa misión tan enorme. Seguro David se equivocó al llamarlas. Ellas no eran las adecuadas – se decían entre si- Pero había una entre ellas  que no pensaba igual, estaba muy cayada. Fue la misma que en el transcurso del viaje se mantuvo tranquila en el saco. En ese momento ella pensaba que si fue llamada entre tantas piedras y soportó todo aquel agónico viaje con sus cuatro molestas compañeras en aquel saco, había sido para algo grande, sino de seguro no estaría en aquel lugar al punto de ser tomada otra vez por esas dulces manos que la tomó la primera vez.
Esas manos les inspiraban confianza y seguridad. Todo estaría bien en sus manos, por eso no lo dudó y dejó que David la tomara para hacer lo que fuera necesario. La piedra solo recordaba como en aquellas vueltas se deleitaba mientras David con la honda le daba vueltas para dirigirse directo a la frente de aquel incircunciso, derribándolo y cayendo al suelo. Lo último que vio fue cuando esas delicadas manos tomaron una espada que le cortó la cabeza a Goliat.
No lo podía creer, ya no era una simple piedra de arroyo, era “La Piedra” que mató al gigante y comprendió de inmediato, que sí era una piedra, pero que en las manos del que la tomó y escogió es “LA PIEDRA” que con tiro certero mató al gigante.
Así como esta piedra Dios te llamó entre muchos. Es cierto que las pruebas parecen insoportables, pero estás en la cobertura del pastor, quien te llamó y él no te deja solo en ese momento, mas bien te cubre con su saco, por eso cuando llegue el momento de derribar a los gigantes, recuerda que estás en las manos de Dios y en sus manos el tiro siempre será certero. Recuerda. No eres una piedra. Eres LA PIEDRA.

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