Las Cebollas de Egipto

-Anímate-

Respira vientos de victoria.

2 Crónica  32:7-8

Esforzaos y animaos; no temáis, ni tengáis miedo del rey de Asiria, ni de toda multitud que con él viene; porque más hay con nosotros que con él.

Con él está el brazo de carne, mas con nosotros está Jehová nuestro Dios, para ayudarnos y pelear nuestras batallas. Y el pueblo tuvo confianza en las palabras de Ezequías rey de Judá.   

Mientras transitaba junto a mi esposo por una congestionada  ruta de la ciudad, Dios trajo la palabra que deseo trasmitir a cada uno de mis lectores en este día.

Eran las seis de la tarde, hora pico para nuestra capital en República Dominicana. El transito estaba prácticamente detenido por un tapón, expresión que usamos en nuestro país para explicar una enorme congestión vehicular. Para esa hora, mi esposo y yo tratábamos de llegar a casa, tras un largo y agotado día fuera de la ciudad.  Las calles estaban en estado de caos, los motoristas rebasaban por doquier; unos gritaban, otros avanzaban poquito a poquito para tratar de salir de la apoplejía de aquella hora, y a esto agreguemos un agente de tránsito que intentaba ayudar, pero ocasionaba el efecto inverso. Los que viven en mi país, especialmente en Santo Domingo, me entenderán perfectamente.

En ese panorama descrito escuché nuestra bocina agregarse, y como el chofer era  mi esposo, quien anunciaba con la corneta no sé qué cosa al carro de enfrente, el cual no se movía, debido a que no había manera. Lo miré y le dije:

-          ¡Amor! ¿Y crees que ese vehículo se va a mover porque le tocaste bocina?

Quise con esta expresión explicarle que era innecesaria e inútil su intervención.

Su respuesta es lo que le da cuerpo a la palabra de hoy. Pacíficamente me miró con una sonrisa en sus labios, y me contestó:

-          No, pero se anima.

 Sabes. Hay momentos en que recibimos una palabra departe de Dios; una palabra que no paga nuestras deudas, una palabra que no resuelve nuestros problemas. Sí, hay momentos en que  nos entregan una palabra que no quita nuestro dolor, que no nos devuelve lo que perdimos, que no nos mueve de donde estamos. PERO ahí es que el Espíritu Santo nos dice: esa palabra es la que te anima a seguir, a esforzarte, y a continuar creyendo.

Es necesaria esa Palabra que te motiva a confiar, perseverar, y seguir luchando. Es menester esa palabra que te quita el miedo que paraliza tus días y sueños.  Hay una palabra que te enciende la llama de la esperanza, y por la FE en esa palabra, entonces las cosas imposibles son hechas posible.

Anímate en este día. Recibe esta palabra de fortaleza. Cree en que cosas mejores vendrán. Un ejemplo bíblico es el que usamos hoy en el texto de 2Cronicas 32:7-8.

Judá estaba siendo amedrentado por su enemigo Senaquerib, rey de Asiria, pero el rey de Judá, Ezequías, le dio una palabra que el pueblo creyó, y por confiar en esa palabra, el pueblo se animó, se esforzó, se levantó, y al final vio como Dios peleó su batalla.  

Cuando te animas, te llenas de aliento, trabajas, y se te va la turbación, porque tu alma entiende, que puede venir el brazo humano contra ti, pero que contigo está Jehová de los Ejércitos, el que pelea tu causa, el que cuando dice una palabra, la cumple.

Hoy es el día de escuchar que te están tocando bocina, y aunque no veas salida, levántate, muévete, y avanza, porque las puertas se abren cuando decides atravesarla. 

Con amor,

Judith Girón