COMO AL COSTA CONCORDIA
Hace ya un año del fatídico accidente del crucero Italiano conocido como el Costa Concordia en el que 32 personas murieron, entre pasajeros y tripulación y 64 personas resultaron heridas.
Fue el 13 de enero del 2012 que chocó y posteriormente se encalló, provocando el hundimiento parcial del barco, luego de impactar contra un arrecife de la costa italiana frente a la Isla de Giglio, en Toscana.
El barco tenía 4,231 personas a bordo y el número de rescatados superó la capacidad de hospedaje de la pequeña isla por lo que sus habitantes tuvieron que abrir las puertas de su casa y las autoridades abrieron las puertas de los colegios, guarderías infantiles, hoteles y catedrales.
El capitán del Concordia Francesco Schettino, y el primer oficial, Ciro Ambrosio, fueron arrestados bajo sospecha de homicidio involuntario después de navegar mucho más cerca de la orilla de lo permitido. Schettino, fue posteriormente liberado el 5 de julio.
Como a Francesco, el capitán del Concordia, nos pasa a muchos en el navegar de la vida, pues como él lo hizo, nos desviamos de nuestra ruta y propósitos trazados por el Padre Celestial para nuestras vidas y navegamos cerca de costas desconocidas. En ocasiones en ese desvió chocamos bruscamente contra la roca invisible (dificultades en la vida) que provoca el hundimiento seguro de nuestro ser, ¿pero que hacer después de la colisión?, negar el suceso como tal vez hizo el capitán del concordia, ¿ignorar la magnitud del problema?, ¿no pedir la ayuda, en espera de que el agua que entre no sea tanta como para hundir el barco?.. Lo bueno sería reconocer que nos desviamos y dar la voz de alerta a fin de solicitar la ayuda para que esta llegue a tiempo y sacarnos del apuro en que nos metimos. Una hora y media después del choque, Francesco dio la voz de alarma para iniciar la evacuación más grande hasta el momento vista, !una hora y media después! pero por qué, si sabía que ni los tripulantes, ni la tripulación tenían la experiencia por aun haber hecho el simulacro. Quien sabe si el capitán pensó que se podía solucionar, o llegar a la costa, o esperó que el barco dejara de moverse, no sé, pero lo que si se es que el rey David pasó por una experiencia similar cuando cometió el pecado matando a Urias Eteo y tomó a su mujer para él. David entró en una y otra excusa o mentira para si, hasta quedar atrapado en sus redes, y no fue sino hasta que reconoció su pecado delante de Dios que recibió el perdón de ellos. Un abismo llama a otro; dice la biblia, una excusa a otra, y otra y otra. Muchas veces por pena a ser descubiertos nos enfrascamos en un potecito de fracaso y penurias.
Con sus 114.500 toneladas, el Concordia es el naufragio de mayor tonelaje de la historia y los analistas del sector estiman que se trata de un siniestro total.
Para no caer en el abismo del pecado, mi consejo es:
Reconocer que fallamos, que dejamos la ruta original, que nos desviamos.
Dar la voz de alarma y solicitar la ayuda de lo alto.
Comenzar la evacuación y salida apresurada del barco que se hunde.
Luego de hacer esto veremos como un pueblo pequeño, lo insignificante tal vez, nos ayuda y nos provee refugio, pues Dios está presente en donde menos piensas....
Bendiciones.
Hace ya un año del fatídico accidente del crucero Italiano conocido como el Costa Concordia en el que 32 personas murieron, entre pasajeros y tripulación y 64 personas resultaron heridas.
Fue el 13 de enero del 2012 que chocó y posteriormente se encalló, provocando el hundimiento parcial del barco, luego de impactar contra un arrecife de la costa italiana frente a la Isla de Giglio, en Toscana.
El barco tenía 4,231 personas a bordo y el número de rescatados superó la capacidad de hospedaje de la pequeña isla por lo que sus habitantes tuvieron que abrir las puertas de su casa y las autoridades abrieron las puertas de los colegios, guarderías infantiles, hoteles y catedrales.
El capitán del Concordia Francesco Schettino, y el primer oficial, Ciro Ambrosio, fueron arrestados bajo sospecha de homicidio involuntario después de navegar mucho más cerca de la orilla de lo permitido. Schettino, fue posteriormente liberado el 5 de julio.
Como a Francesco, el capitán del Concordia, nos pasa a muchos en el navegar de la vida, pues como él lo hizo, nos desviamos de nuestra ruta y propósitos trazados por el Padre Celestial para nuestras vidas y navegamos cerca de costas desconocidas. En ocasiones en ese desvió chocamos bruscamente contra la roca invisible (dificultades en la vida) que provoca el hundimiento seguro de nuestro ser, ¿pero que hacer después de la colisión?, negar el suceso como tal vez hizo el capitán del concordia, ¿ignorar la magnitud del problema?, ¿no pedir la ayuda, en espera de que el agua que entre no sea tanta como para hundir el barco?.. Lo bueno sería reconocer que nos desviamos y dar la voz de alerta a fin de solicitar la ayuda para que esta llegue a tiempo y sacarnos del apuro en que nos metimos. Una hora y media después del choque, Francesco dio la voz de alarma para iniciar la evacuación más grande hasta el momento vista, !una hora y media después! pero por qué, si sabía que ni los tripulantes, ni la tripulación tenían la experiencia por aun haber hecho el simulacro. Quien sabe si el capitán pensó que se podía solucionar, o llegar a la costa, o esperó que el barco dejara de moverse, no sé, pero lo que si se es que el rey David pasó por una experiencia similar cuando cometió el pecado matando a Urias Eteo y tomó a su mujer para él. David entró en una y otra excusa o mentira para si, hasta quedar atrapado en sus redes, y no fue sino hasta que reconoció su pecado delante de Dios que recibió el perdón de ellos. Un abismo llama a otro; dice la biblia, una excusa a otra, y otra y otra. Muchas veces por pena a ser descubiertos nos enfrascamos en un potecito de fracaso y penurias.
Con sus 114.500 toneladas, el Concordia es el naufragio de mayor tonelaje de la historia y los analistas del sector estiman que se trata de un siniestro total.
Para no caer en el abismo del pecado, mi consejo es:
Reconocer que fallamos, que dejamos la ruta original, que nos desviamos.
Dar la voz de alarma y solicitar la ayuda de lo alto.
Comenzar la evacuación y salida apresurada del barco que se hunde.
Luego de hacer esto veremos como un pueblo pequeño, lo insignificante tal vez, nos ayuda y nos provee refugio, pues Dios está presente en donde menos piensas....
Bendiciones.
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